Con frecuencia nos enteramos de que algún amigo, conocido, pariente o vecino, padece o sobrellevo una o varias de estas dolencias: depresión, trastorno obsesivo-compulsivo, crisis de ansiedad, ataque de pánico, estrés post-traumático, etc. Las mismas se encuadran dentro de la discapacidad psicosocial; esta puede ser temporal o permanente, convirtiéndose en una condición de vida producto de la avidez de estos tiempos.

Recientemente se han publicado nuevos estudios de imágenes de resonancia magnética funcional que mostraron una actividad peculiar en la corteza cingulada anterior del cerebro, una región del cerebro que se sabe, regula la aflicción relacionada con las emociones negativas. Estos descubrimientos pueden ofrecer puntos de vista para el estudio de diversos tipos de enfermedades y trastornos derivados de las crisis emocionales, como las rupturas amorosas o sentirse rechazado socialmente.

"La mente, el cerebro y el cuerpo están estrechamente relacionados", dice el psicólogo social de la Universidad de Michigan Ethan Kross, director del estudio. Paralelamente Naomi Eisenberger, profesora asistente de psicología en la UCLA, manifiesta "Las últimas investigaciones continúan mostrando el hecho que los humanos son una especie extraordinaria, tanto que el cerebro interpreta el rechazo social como algo tan doloroso como un mal hecho al cuerpo físico". Sugiere que cualquier tipo de exclusión social (un divorcio, no ser invitado a una fiesta, ser rechazados para una cita) puede provocar daño en la corteza anterior del cíngulo que responde al dolor físico. La hipótesis de Matthew Lieberman, de la UCLA, quien conduce con Eisenberger la investigación, es que los seres humanos, al evolucionar, crearon este vínculo en el cerebro entre la conexión social y el malestar físico, "porque, para un mamífero, estar socialmente conectado con quienes lo cuidan es necesario para su supervivencia".

Estos estudios y otros que están surgiendo, dejan en claro una cosa: el cerebro humano es un órgano social. Sus reacciones fisiológicas y neurológicas están profundamente moldeadas por la interacción social. El cerebro equipara las necesidades sociales con la supervivencia.

En los anales de la historia, Hipócrates definía a la salud como aquel estado en el cual un individuo está en armonía consigo mismo y con el entorno, insistiendo además en que todo lo que afectaba a la mente necesariamente afectaba al cuerpo.

Ya más próximo a nuestro tiempo otro gran adelantado a su época fue el Dr. Edward Bach quien el la conferencia pública de Wallingford en 24 de septiembre de 1936 decía:

"(...) La enfermedad carece de importancia, lo importante es el paciente, la forma en la que él o ella se siente afectado, que es nuestra verdadera guía en la curación. En la vida diaria, cada uno de nosotros tiene un carácter que le es propio. Éste está conformado por nuestros gustos, disgustos, ideas, pensamientos, deseos, ambiciones, la forma en que tratamos a los demás y cosas semejantes. Bien, este carácter no es del cuerpo, es de la mente, y la mente es la parte más delicada y sensible de cada uno de nosotros. De modo que podríamos preguntarnos si esa mente, con sus diferentes estados de ánimo, no es la primera en mostrar síntomas de enfermedad, y siendo tan sensible, es una guía mucho mejor en una enfermedad que depender del cuerpo. Los cambios en nuestras mentes nos guiarán claramente al remedio necesario, aun cuando el cuerpo pueda mostrar muy poca alteración. Ahora desviemos nuestra atención hacia algunas de las diferentes formas por las cuales una dolencia en particular puede afectar a un individuo. Todos sabemos que una misma enfermedad puede afectar a cada uno de nosotros de forma muy distinta. Si Tommy se enferma de sarampión, puede volverse irritable - Sissy está tranquila y adormilada - Johnny quiere ser mimado - el pequeño Peter es todo nervios y temor - Bobby quiere estar solo, etcétera, etcétera. Entonces, si la enfermedad tiene tantos efectos diferentes, no tiene sentido tratarla aisladamente. Es mejor tratar a Tomrny, Sissy, Johnny, Peter y Hobby, y sanarlos, diciendo adiós al sarampión.

Es importante que recuerden que no es el sarampión lo que nos da la guía para el tratamiento, sino la forma en que cada pequeño es afectado; y el estado de ánimo de éstos es la guía más eficaz para saber que necesita cada paciente en particular. Y así como el estado de ánimo nos guía en el tratamiento de la enfermedad, así también puede llevarnos en dirección a la dolencia y permitirnos detener su ataque."

Existe actualmente un gran interés de las personas por la terapia con Flores de Bach, por las bondades que esta brinda en la atención primaria de diferentes padecimientos. Es menester tener en cuenta que sea aplicada por terapeutas con una cabal formación y un real conocimiento de la filosofía del Dr. Edward Bach.

 


Exitos, hasta la próxima. Miriam y Alejandro.